Por: Erika Novas Arias
Twitter: @Novasarias
El problema de muchos de nosotros con la masiva inmigración haitiana en nuestro país, no es un asunto de racismo, tampoco implica xenofobia, misantropía o animadversión, sino más bien celo por la patria.
Celo del que quiere un país libre,con identidad cultural clara, de límites fronterizos y de orden. En que país del mundo dan nacionalidad a todo el que se considere ser ciudadano?
La razón de la pobreza de Haití no es República Dominicana, nosotros no somos culpables pero si víctimas, si bien es cierto que los haitianos son los obreros que mantienen ciertos sectores vivos, también es cierto que son los mayores beneficiarios de nuestro sistema de salud pública y de miles de beneficios otorgado por un estado que no puede con sus habitantes nativos y para quien los haitianos representan una enorme carga.
Los activistas a favor de los Haitianos olvidan que miles de dominicanos no han sido declarados, olvidan que un gran porcentaje de nuestros niños no asisten a la escuela y que nuestro estado sea por negligencia, oscitancia o por recursos, no ha podido cumplir su rol de protector con miles de legítimos dominicanos que son la prioridad.
Donde están los activistas prohatianos? Están aquí! En el país que discrimina, en el país maldito que no quiere reconocer a los haitianos como dominicanos, porque no están en Haití ?
Es allá en su territorio donde se deben canalizar los problemas de los haitianos, son las instituciones haitianas como nación libre e independiente que deben solucionar los problemas fundamentales de su población y mejorar las condiciones de vida de los mismos.
Entonces vamos a fomentar un Haití pobre ? Claro, y es que cuando un haitiano sale de su país y viene a República Dominicana con una ley de regularización vigente, tiene toda la posibilidad de traer sus familiares y los activos económicos que genere aquí jamás irán a su país,por lo tanto la cultura no será enviar remesas sino vivir aquí y en unos años tendremos tantos haitianos que serán nuestros políticos, nuestros empresarios y de ser Santo Domingo volveremos al Saint Domingue de la colonia de aquellos años.
Queridos prohaitianos,ustedes no aman a Duarte, ustedes no lo respetan,ustedes promueven lo que Duarte evitó, lo que Juan Pablo Duarte temía que aquellos fueran más y poco a poco al pasar de los años veremos como en vez de merengue bailaremos Kompa, como en vez de misa nuestro culto bailará a ritmo de Gagá y no quiero plantear que dicha cultura (de hecho me encanta) sea indigna,sino intento explicar que no es la propia,que nuestra identidad como pueblo está clara y que peligra. Los chinos , colombianos, españoles, árabes, y europeos, vienen a nuestro país a disfrutarlo y explotar sus riquezas, pero no conquistarlo!
Los demás no queman nuestras banderas, ni condenan nuestros símbolos, tampoco les interesa ser naturalizados porque su intención es crecer y beneficiarse de nuestra soberanía. A los haitianos en las escuelas les enseñan que nosotros hemos sido sus verdugos, asumen un odio aprendido, cierta megalomanía propia de lo que han leído en su historia, por lo tanto en cada haitiano existe la idea de que nuestras tierras les pertenecen y que nuestra riqueza proviene de su explotación.
En unos años nos vamos a arrepentir de esta corriente prohaitiana apoyada por un estado que no quiso plantarse y decir "NO PODEMOS" este afán de quedar bien con todo el mundo no nos permite tomar decisiones drásticas, ni nos da potestad de cuidar lo más importante que tiene un país que es la libertad de actuar por sus propias reglas, sin aceptar presiones internacionales con el auspicio de dominicanos que en nombre de los derechos humanos están provocando una nueva crisis de nuestra independencia, ahora veremos como aquellos haitianos que no llenan los requisitos para ser regularizados van a llenar nuestras calles con sus protestas y es natural, estamos dando pié a un problema político y diplomático serio, que se puede resolver con una decisión firme de estado.
Estamos odiando a Duarte en nombre de los ideales de Jean Pierre Boyer...
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