4 de febrero de 2016

Luis Abinader; un diseño de campaña que lo derrota para el 2016 y lo desaparece para el 2020


Desde el proceso interno del PRM el candidato Luis Abinader, ha mantenido un ataque despiadado a las acciones del gobierno del Partido de la Liberación Dominicana. Su lineamiento estratégico principal es andar con la boca llena de la palabra corrupción en todas sus modalidades, así como promover la idea de orden y unidad en su partido, incluso fue la única razón por la que se hizo la convención contra Hipólito Mejía, donde probablemente no participaron más de 30 mil personas y su oponente ni mandó delegados porque solo les interesaba simular la disciplina interna que los diferenciara del PRD, que por cierto no fueron capaces de mantener unido.

Otra apuesta del candidato del PRM ha sido esperar que el PLD conforme sus boletas congresuales y municipales, para recoger dirigentes disgustados y seguir frotándose las manos con la idea de que Leonelistas y Danilistas se sacarán las hachas a ambos lados del puente Duarte. Mas errónea no puede ser su táctica, comenzando por este punto del divisionismo, realmente es un criterio útil visto desde el pragmatismo, pero Abinader luce desconocer la historia reciente del PLD, donde a pesar de todos los problemas sus líderes siempre se han puesto de acuerdo para ganar y mantener el poder.

En el 2004 Danilo Medina tenía el dominio de todos los cuadros internos del PLD por lo que pudo haber vencido a Leonel,  aun así favoreció la popularidad inmensa de Fernández para que este fuese el candidato y evitar la división. En el 2008 pese a los problemas internos entre ambas tendencias y la renuncia de Danilo en noviembre 2006, los parciales de este se sumaron a la candidatura de Leonel. 

Según palabras de un amigo nuestro, Medina expresó en privado las proféticas palabras;  “pensarán que estoy fuera de la política, pero en el 2012 yo salvaré el barco”.  En  esas elecciones, aunque se presentaron los 2 millones de firmas favoreciendo la reelección de Leonel, aunque Margarita salió como precandidata, lo mismo que Rafael Alburquerque y otros, nunca se produjo la división esperada por la oposición. En el proceso actual el candidato opositor sigue esperando la fractura del PLD y ya el presidente de la república ha proclamado personalmente a la mayoría de senadores de la corriente Leonelista y Leonel estuvo en el lanzamiento de Danilo el pasado domingo.

El discurso de la corrupción y la abstención electoral

No es un secreto para nadie que las acusaciones que hizo Hipólito Mejía a varios funcionarios del gobierno de Leonel 2008-2012 y sus amenazas de encarcelar a personas vinculadas a esa gestión, provocó la rabia e integración a cuerpo completo de la corriente Leonelista a favor de Medina.  En tal sentido no veo razón para que no pase lo mismo ahora, así que Abinader como Hipólito vuelve a orinar sin levantar la tapa del inodoro.

Otro aspecto es la población a la que el candidato del PRM dirige su discurso sobre corrupción, si tomamos en cuenta que el 28 % de los electores no votó las elecciones pasadas y en la reciente encuesta MT Penn el 33 % se declara independiente, ese debió ser el target a trabajar por Luis para crecer con ellos.

De igual forma no podrá enamorar los más de 400 mil nuevos votantes, muchos de ellos estudiantes y además apolíticos. Ese votante joven se impresiona con líderes propositivos, modelos de triunfo, basados mayormente en la comunicación de las emociones y no del discurso tradicional. A pesar de ser un político de 40 en ejercicio Danilo se percibe más cercano a la gente que Luis, la imagen del presidente y su discurso son más suaves, con inteligencia emocional más definida y se muestra dispuesto a desayunar en una Fonda, a caminar entre callejones, a deslumbrar con su sonrisa, a darle amor y mas cambio a su pueblo.

En cambio el tono del discurso de Abinader desencanta a más personas y provocará una desafección peor en los sectores que no participan. Una de las cosas que ha dado fortaleza al liderazgo de Danilo es que su conducta personal levanta la fe de mucha gente en la clase política, por el contrario el fomento al odio generado por Abinader, el discurso agresivo y de algún modo lesivo a todos los peledeistas no le permite crecer entre los simpatizantes de ese partido ni de sus aliados.

Es más que evidente que Abinader está cavando su propia tumba para las elecciones del 2016 porque no tiene claro hacia que público meta dirige su campaña. No creemos que ningún peledeistas honesto que se levante cada día de su cama a hacer un trabajo tesonero, cambiaría su simpatía hacia un candidato que de manera indiscriminada cada día le llama ladrón y corrupto. Quien generaliza irrespeta y los de la oposición hablan como si todo el que trabaja en el Estado es ratero o vago, pareciera que ellos no quieren ser gobierno porque es pecado ser funcionario.

Alianzas PRM-PRSC

El PRM hizo lo que manda la lógica política al aliarse con el Partido Reformista, pues sumar nunca está de más.  El problema son algunas de las razones que justifican ese pacto, entre ellas la ubicación del rostro de Luis Abinader en la casilla número 3 de la boleta reformista, mucho más cómoda que el lejano lugar 15 del PRM. Esto sin dudas aumentará el caudal de votos de los reformistas y matará parte del crecimiento del Revolucionario Moderno. De plano esa alianza lastima la percepción de que Abinader valora al PRM como una opción de poder más allá del 2016 y denota enorme egoísmo por parte de este político, ya que pone su candidatura como única razón por la que se dividió el PRD e instrumentaliza como peones de granja a los perremeistas medios y de base.

Por otro lado, está la colocación de candidatos reformistas como cabeza de la boleta congresual y municipal en lugares que se perciben más fuertes, esta situación provoca deserción de candidatos del PRM hacia el PLD u otras fuerzas políticas y seguirá generando división. Ese acuerdo pone a los reformistas en condiciones de conseguir alrredor del 10 % de los votos, la mayoría de militantes del Partido Revolucionario Moderno en la cara 3 de Abinader.

Vender como opción moderna a un candidato y partido que pacta con el reformismo “visagrero”, que desconoce la propia Convergencia partidaria que ellos formaron para poner tránsfugas en sus boletas, hasta encima de dirigentes talentosos de sus propias filas; vender eso como moderno con un discurso sin dirección, sin propuesta y en un tono no adecuado, deja a Luis Abinader derrotado contra el poderoso PLD en el 2016 y abre el camino a que los del PRM queden como una opción que nació, murió, se llevó a Luis para el 2020 y  asegura la vuelta al PRD de una militancia decepcionada.

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