Justo en el Día del Músico, Miriam Cruz enalteció, no solo al ritmo rey (el merengue) que le ha dado título de diva en los escenarios, sino también con una sinergia de géneros que enriqueció su espectáculo la noche del miércoles en el Palacio de Bellas Artes.
La producción concebida por el gurú del entretenimiento, René Brea, le permitió a la intérprete engrandecerse y mostrar su fuerza escénica al compás de sus “canciones favoritas”, las que aderezó con arreglos novedosos en tiempo de tango, samba, tex-mex, balada, pop, bolero y rock para mantener al público entusiasmado.
Una orquesta de 16 músicos y cuatro coristas, bajo la dirección musical de Alfio Lora y la co-dirección de Chayanne Duvergé (director de la orquesta de Miriam Cruz) respaldaron a “La Diva del Merengue” desde que la producción inició con “Vivir así es morir de amor” (popularizada por Camilo Sesto) y “Besos callejeros” en bolero. “Gracias a todos por formar parte de esta noche mágica…”, expresó Miriam para dar la bienvenida a los fanáticos antes de cantar en inglés “New York, New York”, el clásico de 1977, compuesto por John Kander y Fred Ebb, y que el inmortal Frank Sinatra llevó a escala mundial. De hecho, algo que sorprendió de su presentación fue su facilidad para cantar en otros idiomas como el inglés y el portugués, con piezas representativas de esas lenguas.
Cabe destacar los arreglos que elevaron la calidad los temas, tales como “Pequeñas cosas”, con una mezcla de swing y merengue, “Qué ganas” en bachata y el estreno de “Terremoto”.
Este menú musical, de entrada, le imprimió al espectáculo un feeling tipo cabaret, bohemio y festivo a la vez, en el que la cantante escogió lo mejor de su propio repertorio y algunas canciones de otros intérpretes extranjeros que marcaron su vida en todos los ámbitos, como las que hicieron evocar el recuerdo de su padre. En un ambiente de vellonera, Miriam provocó intensos aplausos con “Hola soledad”, “Aunque me cueste la vida” y “En un beso la vida”, clásicos de todos los tiempos de Alberto Beltrán y Orlando Contreras.
Los años 80 retocaron más la producción con buenos arreglos sobre la música de Michael Jackson. Temas como “Billie Jean” también le tocaron las fibras más sensibles a Miriam Cruz, quien hizo en Bellas Artes una intensa versión con bailarines, recursos audiovisuales y un imitador del fallecido rey del pop.
La coreografía que montó Iván Tejada con 8 bailarines de su compañía y otros tres invitados, elevaron la calidad escénica, especialmente en momentos relevantes del espectáculo.
Con esa atmósfera, la artista siguió su recorrido por otros países, y en otro de los segmentos se fue a Brasil, donde en idioma portugués interpretó “Oh qué será” (la salsa dada a conocer por Willie Colón) y “Chica de Ipanema/Más que nada”. A estos temas se sumaron los importados de Uruguay y Argentina: el tango “A media luz”, que data de 1925, y en versión cumbia colombiana cantó “La Loba”. Apostó, además, a exquisitas versiones en balada y sus homenajes a José José (“Será”, “Me basta”, “Amor, amor”), Juan Gabriel y Rocío Dúrcal (“La gata bajo la lluvia”, “Como han pasado los años”, “Costumbres”). Aunque Miriam cantó muchas canciones indelebles en sus vivencias personales, el público vibró con aquellas que son de su repertorio propio y que la han convertido en un referente del merengue.
Rompiendo esquemas
Miriam Cruz es dueña de un amplio repertorio de éxitos y eso le permitió navegar a puerto seguro sin invitados. “Cosa de él”, “Juana la cubana”, “Pequeñas cosas”, “La carnada”, “Que me perdone tu señora” y “Ta pillao” pararon a los asistentes en Bellas Artes, cuya sala lució repleta. En esta novedosa producción, René Brea rompió el viejo esquema de colocar los músicos detrás de la artista. Esta vez, estaban sobre el escenario, distribuidos en tres bloques que intercalaban con la gigante pantalla. “Quería darle dimensión al escenario, sabiendo que Bellas Artes no es tan grande. Eso lo lograba dándole altura y haciendo algo lineal hacia arriba; sabía que lograría un montaje que llamaría la atención”.
Fuente:elCaribe
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