21 de junio de 2014

"Los Herodes"

Por: Erika Novas Arias
Twitter: @ErikanovasA


El quehacer de la vida no nos forma como magistrados para vivir condenando lo bueno o malo de la existencia de los demás, no nos han otorgado el titulo de Chrematistés, y no vamos creciendo para ser jueces de aquellos que en algún momento actuaron mal.

Tampoco estamos para ser una especie de "Las Farc" moral y apoyar aberraciones en nombre de la rebeldía, ni malas acciones que dañen la sociedad, pero sí estamos para servir de trípode a quienes han hecho algo mal, porque si bien es cierto que somos seres independientes de pensamiento y obra, también es cierto que necesitamos guías emocionales y sociales para enderezar el camino y para eso Dios nos ha enviado para amar independientemente de como sea a nuestro prójimo.

Pero el camino no se endereza juzgando a aquel débil que se hizo adicto a una droga o marginando a aquella mujer que subestimó sus demás capacidades y decidió prostituirse, ni al político o banquero que se dejo arrastrar por esa miel del poder y decidió corromperse, tampoco al narco que vio en lo prohibido una opción de lucro, no debemos mirar eso con asco sino con ojos de orientación y lucha, por esos que pueden ser productivos y cambiar, lo más asqueroso es la suciedad biológica de nuestros cuerpos y tenemos que mirarlas a diario.

Maquiavelo puede estar errado en afirmar que "El Fin justifica los medios", pero nosotros estamos mal dirigidos en decir que "Árbol que nace torcido jamás su rama endereza".

Todo el mundo tiene derecho y puede redimirse, todo el mundo lleva dentro de sí una irrefutable capacidad de cambiar y a nadie por más mala que haya sido su acción se puede castigar con la perpetuación de su pena moral, si la pena mayor es la carga social de su error como consecuencia, Dios no nos ha hecho abogados de la vida, no estamos para condenar a cadena perpetua la moral, la dignidad y la vida de nadie.

Porque nosotros somos igual de débiles, solo que podemos controlar e identificar esas debilidades a tiempo, pero hay gente que no puede y ellos no son condenables, porque el autocontrol no es una cualidad del ser, es una capacidad humana.

Pensemos en que tenemos hijos que por la influencia del ambiente pueden ser arrastrados y no querríamos ver como esta sociedad de moral igual de cuestionable incline su dedo para censurarles.

Tengamos cuidado y dejemos de pecar, de ser el Herodes de nuestro prójimo, que Dios castiga o corrige ...como ustedes quieran!

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